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Mensaje por Fallon M. Beaumont Sáb Ago 14, 2010 8:59 pm

Ya estaba oscureciendo, aquel día viernes, que en pocas horas sería día sábado. Había decidido salir ahora, necesitaba despejarme, mis ánimos estaban muy cambiantes el día de hoy, y me sentía muy explosiva, no estaba de humor, simplemente no era mi día. Y eso me frustraba mucho. Sentía que podría gruñirle a cual quier persona por el simple hecho de mirarme. Las circunstancias no eran las mejores, nada me había salido bien este día, por lo que necesitaba salir y despejarme, antes de hacer algo de lo que podía llegar a arrepentirme. Tomé mi mochila, metiendo en ella un cuaderno, un par de lápices, una chaqueta y el protector solar que necesitaría si el amanecer me alcanzaba. Aparte de eso solo llevaba otro par de cosas innecesarias y estúpidas por si las dudas. Ya no quería atrasarme más, quería irme lo antes posible, lejos de los terrenos de la escuela.

Salí decidida, sin avisarle a nadie, sola con mis cosas y con mi mal humor. Una vez afuera ya me sentía más relajada, me sentía realmente estresada y no sabía por que. Ni si quiera era por sed, por que me había alimentado hace poco, no era algo por la necesidad de sangre, era simplemente mal humor y necesitaba alejarlo antes de hacer algo estúpido o desesperado. Me fuí por el camino del bosque, encontraba que era más seguro así, además, ni si quiera iba a ir a la ciudad a comprar, solo quería despejar mi mente. Y el bosque estaba lo suficientemente silencioso esta noche como para servirme de lugar de relajación. Empecé a caminar entre sus terrenos, cada vez alejándome más del instituto, y a medida que me alejaba, empezaba a sentirme más tranquila.

Pero no duró mucho, pues cuando ya estaba llegando a París, ya en sus bosques, escuché los gritos desesperado de una muchacha, una niña. Gritaba de dolor, ese sonido inconfundible al que había tenido que acostumbrarme estos últimos años. Y ese olor a sangre, que salía del cuerpo de la muchacha para entrar en otro. Fruncí el ceño y comencé a correr en dirección a donde venían los gritos. Y allí lo encontré, un vampiro que no aparentaba más de veinte años, con una muchachilla cuyos gritos ya empezaban a apagarse entre sus manos. ¡Lo que me faltaba! Nuevamente el mal humor se hizo presente, la chica ya estaba casi muerta en los brazos del vampiro que ahora me miraba, parecía divertido al notar mi estado de ánimo explosivo.


- ¿Qué crees que estás haciendo idiota? ¡La estás matando! ¿Es que nunca te enseñaron nada, imbécil, nunca fuste a la escuela? Beber lo suficiente luego borrar, esa es la regla, ¡No puedes matar a nadie así! Esas son las cosas que nos delatan y nos meten en problemas a todos ¡¿O es que vas a dejar que el consejo te corte la cabeza cuando sepa que encontraron a una niñita muerta con dos orificios en el cuello?! ¡¿Es que no piensas?!- Le grité enfadada. Esta era la gota que derramó el baso, No podía entender como había gente tan estúpida en el mundo, no me molestaba que bebieran sangre humana pero ¿Qué los maten? Eso si no lo soportaba y por como estaban mis ánimos, menos lo haría

- Entonces es tuya. Tu ve que haces con ella- El vampiro había dejado de beber, mirándome, y con aquellas palabras me lanzó el cuerpo de la niña a mis brazos, con mis rápidos reflejos pude atraparla antes de que callera al suelo. Lo miré perpleja, pero el con una risa endemoniada se marchó, dejándome a mi la responsabilidad de la casi muerta humana.

¡¿Que se suponía que tenía que hacer yo con ella?! La chica ya casi no tenía pulso, iba a morir si o si, ya no podía salvarla, era demasiado, pero la chica susurraba cosas, "No quiero morir" escuché salir de sus labios. ¿Por qué tenía que ocurrirme esto a mi? Claro, no se me ocurrió nada mejor que meterme en donde no me llamaban. Y ahora tenía a una niñita casi muerta en mis brazos, y debía decidir que hacer con ella. La opciones no eran muchas, eso estaba claro, pero empezaba a desesperarme. No podía dejarla morir, no podía. ¿Por qué diablos debía ser tan considerada con los humanos, por qué no me podía importar un poco menos sus patéticas vidas? Esta niña no era mi problema. Pero ahora, que me había metido en la comida del vampiro, si lo era. Y sabía que no tenía opción, que solo me quedaba una cosa por hacer.


- Fuck- susurré, mientras cerraba los ojos y acostaba a la niña en el suelo, la miré, nunca había hecho esto antes, y no estaba muy contenta de tener que hacerlo ahora. Tomé con cuidado su cabeza, apoyando su torso en mi. Saqué mis colmillos y los enterré en su cuello, empezando a beber lo que quedaba de la sangre de la niña. Sabía que debía darle de mi sangre unos segundos antes de que muriera, para que pudiera tragar sin tener que forzar tanto su cuerpo. No le quedaba mucha sangre, y a medida que iba tomando podía sentir como el pulso de la chica se apagaba cada vez más. Ya casi no quedaba. Dejé de beber y mordí mi muñeca, poniendo mi brazo en la boca de la chica, presionando con mi otra mano el lugar donde me había mordido para que la sangre escurriera por su garganta.

Unos segundos después, los latidos de la niña ya no se escuchaban. Me daba terror mirarla, tan joven, inocente. Quizás por qué razones estaba aquí, y por que mala suerte le había tocado encontrarse con un vampiro. No sabía si estaba haciendo lo correcto, no sabía si convertirla era mejor que dejarla morir. Pero ya estaba hecho, ya había comenzado, no podía parar ahora. Solo un poco más de mi sangre y ya. Saqué mi brazo de su boca y me aseguré que la sangre hubiese bajado por su garganta, para luego limpiar mi herida. Ahora solo me quedaba esperar un par de horas para que mi sangre en su cuerpo muerto hiciera efecto. La transformación podía llegar a durar todo lo que quedaba de la noche y no podía separarme de ella en ningún momento. Suspiré, mirando a la chica. ¿Qué es lo que había hecho? Ahora solo debía esperar


Última edición por Fallon M. Beaumont el Dom Ago 15, 2010 2:24 am, editado 1 vez
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Mensaje por Shailenne A. Braud Sáb Ago 14, 2010 9:26 pm

¡No, no y no! No me podía estar pasando esto. ¿Cómo podía ser tan mala para escaparme de casa? ¿Cómo podía haber sido tan ingenua, tan tonta? Se habían ido todos sin mi, se habían llevado casi todas mis cosas. ¡Ya no me quedaba nada! Y ni si quiera podía llamar a casa para que me vinieran a buscar o me mandarían a un internado para que aprendiera a nunca más volverme a escapar. No tenía vida, y ahora estaba sola, con frío, en París, ciudad de Francia que no conocía. El hotel en que debía encontrarme con los chicos no era el verdadero Hotel donde ellos iban a quedarse, ¡Me habían engañado para poder quedarse con mi dinero! ¿Cómo pude haber sido tan tonta de irme con unos desconocidos?

Claro, era una niñita de mami, por eso no tenía idea de como escaparme de casa. ¡Estaba totalmente cabreada! Estaba cansada de ser la muñequita de la familia, su marioneta que no se comparaba con el gran modelo a seguir que era mi hermano. Yo también quería divertirme, hacer locuras como el resto de los chicos de mi edad, pero menuda suerte que tenía, ahora estaba perdida y sin posibilidades de volver a mi casa. ¿Qué se suponía que debía hacer sin dinero, sola, y sin comunicación? ¿Dónde se suponía que debía ir? ¡Estaba sola y era de noche! No había lugar donde dejaran entrar a una niñita de quince años sin la autorización de sus padres, ¿O si? Si nunca había salido sola, ¿Cómo podía saberlo?


- ¡Esto es un asco!- protesté golpeando al suelo con mi pie, y cruzándome de brazos, mirando perdida hacia todas partes- ¿Qué se supone que haga? Ni si quiera se donde estoy- Estaba al borde de la desesperación, mi rostro reflejaba el miedo y mis ojos brillosos lo hacían más notorio aún. ¡Era solo una niñita, nunca había estado sola, nunca me habían dejado estar sola! Pero claro, yo tenía que demostrar que tenía opinión, que no era la niña introvertida y solitaria que todos pensaban, tenía que demostrar que era una verdadera adolescente.

No me quedaba de otra, debía buscar una cabina telefónica para llamar a casa. Era la única forma de salir viva de esto. "Viva" entre comillas. Quizás podía llamar a Frank, y rogarle que no le contara nada a mis padres, que me ayudara a inventar una historia. Pero no me gustaba esa idea, no quería darle más motivos para hacerlo quedar como el hijo perfecto y yo la aberración de hermana menor. Pero no me quedaban opciones, y prefería eso a ser enviada a un internado para jóvenes rebeldes o alguna tontería así que intentarían mis padres. Empecé a caminar buscando un teléfono publico, con mis brazos abrazando mi cuerpo, producto del frío. Ni si quiera tenía una chaqueta, y ya estaba empezando a oscurecer.

No había un teléfono por ninguna parte, y empezaba a sentirme más perdida que antes. No tenía idea de donde estaba, y ya había perdido de vista el hotel donde se suponía que nos íbamos a juntar. Genial, ese hotel era mi único punto de referencia, y ya no sabía donde estaba. Ahora si estaba realmente perdida, no había teléfonos por ninguna parte y cada vez estaba más oscuro, y las calles más solitarias. Cada vez el miedo me invadía más. De repente, alguien me agarró de los hombros. Quise gritar pero el sujeto cubrió mi boca y me empezó a arrastrar. Empecé a llorar, aun que sin poder emitir sonido alguno, por más que forcejeaba no lograba escaparme, no era lo suficientemente fuerte.

No sabía que estaba ocurriendo, sentía como si estuviera volando, el viento me golpeaba el rostro y me impedía ver hacia donde íbamos. ¿Me había subido a un auto? Estaba segura de que no, pero no entendía nada. Ahora si estaba muerta, me mataría, o me haría algo peor. Pero no sobreviviría a esto, de eso esta segura. Empecé a rogar en mi mente, disculparme con mis padres a pesar de que no me escucharían. Iba a morir, estaba segura de eso. El hombre me soltó y me dejó caer a la hierva, miré al alrededor, estaba en un bosque, pero estaba demasiado oscuro como para distinguir el rostro del hombre. El se acercó a mi y me levantó de un tirón, dejándome frente de al, sujeta a la fuerza.


- Por favor no me haga daño, por favor se lo ruego no me haga nada- Pedí inútilmente. Un segundo después sentí que me desgarraban el cuello. Me puse a gritar a lo que más daba mi garganta, sintiendo que algo extraño me estaban haciendo en el cuello, algo me estaba sacando aquel hombre y todas las ideas que se me pasaban por la cabeza me parecían ilógicas. Poco a poco fuí perdiendo el conocimiento, ya no entendía que estaba pasando. Solo sabía que mi vida se estaba terminando. Empecé a escuchar gritos, parecía la voz de una mujer, pero no entendía que estaba diciendo. No tenía las fuerzas.

Sentí que por un segundo volaba y alguien me agarraba, cada vez estaba más aturdida y lo único que podía hacer era intentar balbucear, decir "No me mates" aun que sabía que no lo decía lo suficientemente fuerte para que me escucharan. Sentí el suelo. Y seguido de eso, nuevamente el dolor en el cuello. Ya se acababa todo, ya no me quedaba mucho conocimiento, me sentía aturdida y a punto de desmayarme. Aun que un segundo antes, sentí un líquido extraño en mi boca. Luego todo se puso gris. Me había dormido, desmayado, o había muerto. Ahora era un cuerpo inerte.
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Mensaje por Fallon M. Beaumont Dom Ago 15, 2010 2:55 am

Hace mucho que el tiempo no se me hacía tan lento. Lo único que quería en este momento era que el tiempo se acelerara y terminar con esto de una vez. Pero se me hacía tan lento, y me parecía que habían pasado siglos en vez de horas. Ni si quiera tenía reloj como para ver que hora era, aun que debían ser como las tres treinta de la madrugada. Aún faltaban algunas horas para terminar la conversión, y habían muchas cosas en las que debía pensar. ¿Qué haría ahora con esta chiquilla de la cual ni si quiera sabía el nombre? Solo quería que esto terminara, pues ni si quiera estaba segura de haber echo las cosas bien. ¿Y si estaba esperando en vano que aquella chica despertara?

Estaba segura de haber seguido los pasos correctamente: Beber toda la sangre de su cuerpo para que muriera, luego darle de mi sangre, y esperar a que esta reaccionara en su cadáver. Pero nunca había hecho algo así, y me ponía nerviosa el pensar que quizás había hecho algo mal, nunca me había imaginado convirtiendo a alguien, o al menos no de esta forma. Siempre había creído que si convertiría a alguien, sería por tener un gran lazo con esa persona. No con una desconocida, una chica cualquiera que ahora sería mi responsabilidad. Pero claro, tenía que ser tan buena, si me importara menos la vida humana, hubiera dejado que aquel vampiro la matara, pero no, tenía que ser yo. Y al lanzarme a la chica, la había convertido en mi responsabilidad, y no quería ser yo quien esperara a que muriera para quemar su cuerpo. Si el chico no me hubiese encontrado de malas, no le hubiese gritado, y ahora no estaría esperando que la niña se despertara.

Ahora tendría alguien a mi cuidado, algo así como una "hija" y eso se me hacía lo más extraño del mundo. Siempre había querido tener un hijo, pero, no así. Ni si quiera sabía cuidarme a mi misma, y ahora tendría que cuidar de una recién convertida. De esto no saldría nada bueno. Ni si quiera sabía si había hecho lo correcto, quizás debería haber dejado que muriera, pero no, tenía que salvar a la niña, tenía que convertirla. Quizás estaba condenando su vida al convertirla. Aun que técnicamente, al menos podría vivir, si no lo hubiera hecho la chica simplemente moriría. ¡Que lío más grande! ¿Y qué se suponía que le diría cuando se despertara? ¿Cómo le explicaría todo, lo que era, las reglas, todo? No iba a poder con todo esto, era una muy mala idea.

Miré a la chica, que mantenía apoyada sobre mi, se veía muy joven e inocente. Se me hacía más o menos de mi misma edad -aparente-. Yo había sido convertida un mes antes de cumplir los dieciséis, aquella chica debía tener más o menos la misma edad. Aun que tenía un aire de ser más joven de lo que pensaba. Realmente esperaba que no fuera demasiado joven, me sentiría muy culpable, aun que también me hubiera sentido culpable de haberla dejado morir a esa edad. Suspiré, ahora la pequeña sería una parte de mi, tenía que aceptar eso. Su cabello ondulado de diferentes tonos caía sobre su cuello, lo quité para mirar la herida, ya la marca no parecía más que dos lunares rojos pequeños. Típico.

Entonces lo sentí. Empecé a sentir una pequeña conexión entre nosotras, como una energía que nos juntaba, la sentí en el momento que mi mano tocó su cabello. Ahora seríamos una parte de la otra, porque técnicamente, ella sería fruto de mi sangre. La conversión estaba llegando a su fin, no le quedaba mucho, podía sentí como su cuerpo volvía a recuperar la vitalidad poco a poco. Bien, ya estaba terminando todo, ahora solo debía pensar en que le diría a la chica cuando despertara de su corta y a la vez eterna muerte. Entonces caí en la cuenta de algo, el cielo, el cielo indicaba que en un par de minutos, a lo más una media hora, amanecería, y el sol comenzaría a posarse sobre la tierra.

Debía irme de allí, debía echarme el bloqueador, y también a la chica, o cuando despertara moriría quemada. Diablos, ¿Dónde podía esconderme? La conversión aún no terminaba por lo que tendría que cargar a la chica antes de que las dos nos convirtiéramos en cenizas. Tomé a la chica entre mis brazos y me eché a correr, debía encontrar una cueva o algún lugar donde pudiera esperar a que la chica despertara y explicarle la situación. Seguí corriendo luchando contra el tiempo, hasta que encontré una pequeña cueva de piedras donde podíamos escondernos, entré en ella rápidamente y dejé a la chica en el suelo. Lo había logrado.


- En los líos que me estoy metiendo por ti, desconocida- le dije al cuerpo inerte. Suspirando. ¿Qué iba a hacer ahora? No tenía idea de como lidiar con la situación.

Pasaron un par de minutos más, ya debían ser más de las seis de la mañana, cuando vi que la chica comenzaba a reaccionar. Su vitalidad había vuelto, podía notar que la chica volvía a estar viva. Me sentí algo aliviada por ese hecho. Me acerqué a ella, mirándola, esperando a que ocurriera. La chica despertó exaltada, dando un gran respiro de desesperación. Recordaba ese sentimiento, esa necesidad de respirar luego de haber pasado horas muerta, cuando en realidad el aire no era necesario realmente. La chica miraba perpleja a todos lados, confundida, y aún no se percataba de mi. Sentí algo raro en mis adentros, una emoción extraña, era el sentimiento de que, aquella chica era mia. Era como, mi hija. Y a pesar de todo, sentía una conexión con ella.


- Bienvenida a la vida. - Le dije, su mirada inmediatamente viajó hacia mi. La miraba seria.- Nuevamente.
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Mensaje por Shailenne A. Braud Sáb Ago 21, 2010 12:22 am

Desesperación repentina al despertar de golpe y sentir que el aire me faltaba. Di un gran respiro tomando tanta cantidad de aire que podría haber roto mis pulmones en un segundo, lo que me hizo toser inmediatamente, dejando mi respiración acelerada como producto de ambas acciones. Mis ojos miraban perdidos hacia el frente, miraban lo que no reconocían. No entendía. ¿Qué diablos había pasado? En un momento intentaba encontrar un teléfono en las calles de París y ahora... ¿Dónde se suponía que estaba? Y, ¿Cómo había llegado? Mi cabeza me daba vueltas, sentía una presión tremenda, me dolía todo, me ardía todo, sentía fuego en todo el cuerpo, en los pulmones, en la garganta.

Me sentía irritada, cansada, dolida, muchas cosas al mismo tiempo. ¡Todo estaba muy confuso y extraño! Mis ideas pasaban tan rápidamente por mi mente que ni yo misma las entendía, no entendía que pasaba con migo, mis ojos parpadeaban mirando un lugar extraño, lleno de miles de tonalidades que jamás había visto antes. Estaba diferente, no sabía que era pero algo había de diferente en mi. De repente escuché una voz, una voz que hizo que inmediatamente me volteara para buscar a quien la reproducía. Me moví tan rápido que sentí el viento chocar contra mi piel, pero tan torpemente que casi caí al suelo a pesar de estar de rodillas sobre el. Había una chica allí, una chica que lucía un poco mayor que yo, muy bella, y con los ojos mas azules que había visto en toda mi corta vida. Sus palabras no tenían sentido para mi, o al menos no al principio. Quise hablar, pero mi garganta esta tan seca que intentarlo dolió. Hice una mueca.


- No te apures. Ten calma, ya te explicaré todo. Respira, recobra el control de tu cuerpo, luego podrás hablar. - Dijo la desconocida, con voz calma. En cada palabra que decía sentía una extraña perfección, pero una perfección que se me hacía extraña. Como si no fuera tan grande como lo que en algún momento pareció. Y sentía algo más, como algo extraño que viajaba de ella hacia mi, como si ya me conociera, como si nos conociéramos desde antes y hubiera un lazo entre nosotras.

Cerré la boca, procesando sus palabras. Sentía a mi cuerpo rígido, tenso. Como si en cualquier momento fuera a atacar a la chica que tenía en frente. Noté entonces que también mi posición parecía de ataque, fruncí el ceño, queriendo acomodarme. En el instante que ese pensamiento pasó por mi mente mis músculos se relajaron y caí como almohada al suelo. Miré mis piernas, se sentían tan diferentes.. ¿Por qué? Moví una, rápidamente ante el deseo de moverla, acto seguido moví la otra, luego ambos brazos a la vez. Reí, sin razón alguna. Me sentía como una bebe, descubriendo su cuerpo por primera vez. Entonces me percaté de otra cosa. Los colores, todos eran mas vívidos, todo allí era más vívido, más irreal. Fantástico, podía ver incluso las motas de polvo en el aire. Aire. Abrí los ojos sorprendidas, no estaba respirando pero no me sentía ahogada.

Miré a la desconocida sorprendida. Y a la vez emocionada. No sabía por que pero sentía que ella tenía que ver con lo que fuese que me había pasado. Algo sonó, mi cabeza volteó siguiendo el sonido. Una pequeña piedrita había caído a unos metros de nosotras. ¿Cómo había logrado escuchar eso? Escuchaba muchas cosas, cada pequeño sonido lo escuchaba, incluso el del aire contra las hojas de los árboles de algún lugar fuera de donde estaba. ¿Qué era esto, una cueva o algo así? ¿Porqué todo estaba tan extraño y diferente? Me acomodé, quedando sentada en el suelo mirando a la chica pelirroja que seguía sin expresión alguna en su rostro, ladee la cabeza, como cuando era pequeña y tenía una duda, con una mueca de querer decir muchas cosas a la vez en los labios.


- Todo suena muy fuerte y muy lejos, todo se ve tan extraño, hay muchos colores que no conocía que los veo y todo se siente raro- Las palabras salieron de mi boca atropelladamente, la chica pareció sonreír ante la torpeza de mis palabras, fruncí el ceño, no me gustó nada que se burlara de mi. Me sentía irritada y no sabía por que. - ¿Tu quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué me pasó? ¿Tu me trajiste aquí? ¿Qué me hiciste?

Tenía muchas dudas y muchas ganas de que quien fuese que fuera ella me respondiera. Por que era la única persona que había en este lugar y tenía que tener algo que ver con que yo me encontrara aquí. Sentí un aroma de repente. Un aroma a lo lejos. Sentí una inquietante desesperación en todo mi cuerpo, todo mi cuerpo gritaba, metafóricamente. Sentí el impulso de salir corriendo pero no sabía donde estaba ni en que dirección ir, intentar reprimir aquel sentimiento me hizo daño, mi cuerpo se tensó y de mi garganta salió algo parecido a un gemido de desesperación. Estaba muy confundida, y ahora mucho más irritada, quería golpear algo, quería morder quería... ¿Mis oídos me habían jugado una broma, o acaso acababa de gruñir? Quedé perpleja mirando a la nada.

- Me llamo Fallon. Me gustaría saber tu nombre por que... Ahora estamos conectadas. Soy tu creadora, y ahora tu eres- volví a mirar a la muchacha, Fallon, que hablaba sin tener sus palabras sentido para mi, calló por un momento, antes de terminar la oración.- Una vampira

Me quedé perpleja mirandola, ¿Acaso me estaba tomando el pelo? Aun que por alguna razón sentía que era verdad. Me eché a reir, al principio era una risa de burla, luego se convirtió en miedo, desesperación. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Dónde iba a vivir, qué pasaría con mi vida, mi familia? Pero ante eso, la risa se convirtió en euforia, felicidad, ¡Ahora era libre! Era una vampira, no tenía que obedecer reglas, los vampiros no tenían reglas. Ahora podría ser una adolescente "normal" podría salir divertirme, ¡No tendría reglas ni padres! Seguía teniendo muchas dudas pero ya no me importaban. Miles de sentimientos crecían dentro mio, quería moverme hacia todas partes a la vez, decir muchas cosas, empezaba a marearme entre tantas ideas, simplemente no podía creérmelo.

- ¡Una vampireza! - dije entre entuciasmada y sin poder creérmelo- Significa entonces que tengo colmillos y esas cosas ¿no? ¡Y que no existen reglas, tampoco tengo padres! - Reí fuertemente, parándome de golpe, golpeando una muralla, miles de mini piedritas calleron ante mi impacto. ¡Era súper fuerte! ¿Sería también super rápida? ¡Era una vampira! Ahora podía comenzar una nueva vida. Luego le pediría que me explicara, antes quería otra cosa; beber sangre humana.
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Mensaje por Fallon M. Beaumont Sáb Ago 21, 2010 1:17 am

Miraba atentamente cada reacción de la chica. Cada respiración, cada sorpresa que se asomaba por sus ojos. Aún no tenía el total control de su cuerpo, reaccionaba ante todo y cada movimiento que hacía era un peligro para su alrededor. Como en todos los vampiros recién convertidos, su cuerpo era un caos al no saber como controlar los instintos, y al no acostumbrarse aún a todo lo nuevo que podían hacer. Descubrían que sus reflejos eran mas rápidos, que todo ocurría mucho más rápido de cuando eran humanos. Y eso le ocurría a la chica, con solo moverse un centímetro terminaba en el suelo o en alguna posición que no esperaba. Se frustraba con facilidad ante aquel hecho.

En el fondo me daba algo de ternura, era como una bebe, como una niñita pequeña que recién empezaba a explorar sus alcances, que no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Le hice una recomendación, para ayudarla. Ahora era mi deber ayudarla en todo lo que necesitara mientras obtenía conciencia sobre sus acciones. La veía ahí, intentando descubrir como usar cada parte de su cuerpo, podía notar cada vez que se frustraba, cada vez que se sorprendía o se alegraba. La duda la invadía, eso era obvio, y sabía que debía empezar a contarle lo que era, y todo lo que había pasado. Mas no podía hacer otra cosa que no fuera estar sentada en el suelo mirando a la chica descubrirse.

Después de unos minutos de juego de parte de la niña, por fín pudo hablar. Aun que sus palabras salieron atropelladas una tras otra con gran rapidez, no cualquiera le hubiese podido entender, por suerte era una vampira y entendí perfectamente lo que sus muchas palabras de duda me preguntaban. Sonreí levemente ante el aturdimiento de sus palabras, cosa que a ella no pareció gustarle mucho. Sabía como se sentía eso, sentirse irritada por todo, simplemente por que todos los sentidos están demasiado despiertos. Sabía que debía responderle, pero una parte de mi no se atrevía. Antes de poder explicarle sentí un aroma a sangre a lo lejos. La chica también lo notó, lo supe por su reacción.

Tenía que explicarle todo rápidamente. Pude ver como su posición cambiaba para atacar y como todo su cuerpo se preparaba para correr hacia su presa, pero no lo hizo pues no sabía donde estaba ni que le ocurría. Retener el impulso le dolió, no sabía lo que hacía y la necesidad de sangre el primer día era muy doloroso de contener, aún los primeros meses lo seguía siendo. El gemido de dolor y desesperación que soltó me partió el alma. Aquella chica era mi niña, mi creación, mi hija. Y se estaba lastimando. Debía contarle lo que era, debía empezar a hablar, no serviría de nada aplazar lo que debía contarle ya.


- Me llamo Fallon.- Empecé a hablar, aún nerviosa, pero dejando una máscara de seriedad, ahora debía actuar como la "responsable" o aquella chica se me saldría de control- Y me gustaría saber tu nombre, por que... Ahora estamos conectadas.- Decirlo me costaba, nunca había hecho esto antes y me sentía un poco culpable- Soy tu creadora, y ahora tu eres- Callé por un segundo, sin saber como decirlo, sin saber como lo tomaría ella, sin saber que ocurriría.- Una vampira

Miré a la chica, esperando ver su reacción. Sorpresa, esa fue su primera reacción. No era de extrañar que eso pasara, no era algo muy común que de un día para otro alguien llegara y te dijera "Hey, te mordí, bebí toda tu sangre te di de la mia y ahora eres una muerta viviente" Luego la sorpresa fue remplazada por burla, la chica comenzó a reírse, incrédula, tampoco me sorprendía que pensara que todo era una broma. Aun que luego la risa ya no sonaba burlesca, si no apenada, triste, desesperada. Era el momento en que entraba en Shock, no entendería nada, pero poco a poco se convencería y lo aceptaría. Aun que sabía que tardaría un poco. Suspiré, era momento de que empezara a explicar todo, a contarle por que la había convertido, antes de que todo se volviera más traumtizante de lo que ya era.

Pero la chica empezó a reírse de felicidad. Y eso rompió todo el esquema mental que había creado. ¿Se estaba riendo realmente de felicidad? No lograba entenderlo, estaba segura de que la chica entraría en Shock, que tendría que consolarla, pero parecía muy animada y feliz, ahora la perpleja era yo. La chica se puso a hablar animada, estaba feliz por el hecho de ser vampira. Yo no lo podía creer, escuchaba todas sus preguntas y comentarios atontada, todo sería diferente a lo que pensaba que sería. Tendría que saltarme el paso del consuelo y pasar directamente al entrenamiento, la chica parecía ser más descarriada de lo que había pensado que sería por su aspecto.


- Tranquilízate... ¿Cual es tu nombre? - Dije algo preocupada, me parecía que la chica me causaría algunos problemas, y sería más difícil entrenarla de lo que había previsto. Solo esperaba poder hacerlo bien, si no, no sabía que haría ni como solucionaría esto en lo que me había metido.

- Shailenne. Shailey si prefieres. - Dijo la chica, que acababa de golpear una de las murallas, salté en el momento que lo hice, preocupada por el daño que le podría haber hecho a la muralla, por suerte no había sido nada grabe. ¡Me estaba poniendo los nervios de punta!- ¡Soy una vampira, no lo creo! ¿Cómo se supone que se sacan los colmillos? ¡Oh, ahí aparecieron! - Al momento que la chica mencionó sus colmillos estos aparecieron en su boca, causándole risa a la muchacha, Shailey. En cual quier otra circunstancia me hubiera reído de aquello, pero la euforia de la chica me tenía preocupada.

- Estate quieta un momento Shailey, debemos hablar de esto. Guarda tus colmillos, no los necesitas ahora, Shailey hazme caso, ¡No golpees la pared, se nos caerá todo encima! - ¡Es que esta chica era peor que una niña pequeña! Rápidamente me paré y la alejé de la muralla, a pesar de sus forcejeos por zafarse de mis manos.

- ¡No eres mi madre, sueltame ahora! Soy una vampireza ¡Quiero romper cosas, quiero beber sangre! - Protestó la muchacha enfadada. Se estaba volviendo un verdadero fastidio y recién comenzábamos.

- Técnicamente si soy tu madre, eres producto de mi sangre, mi creación, mi hija. Soy tu creadora, el lazo que tenemos es como de madre e hija así que si debes hacerme caso, ¿Escuchaste? Soy tu creadora y te ordeno que dejes de hacer lo que estas haciendo y te sientes a escuchar. NO romperás nada y NO beberás sangre hasta que te explique la responsabilidad que debes asumir desde ahora, no eres una niñita, debes entender eso y comportarte. Luego de que entiendas bien te llevaré a beber sangre.- Podía notar en la cara de la chica que no le agradaban mis palabras, de brazos cruzados se sentó en el suelo. Realmente parecía una niña pequeña, una vampira adolescente, eso era lo que me faltaba. ¡Estos eran los líos en los que no debía meterme! Ahora debía explicarle a aquella vampira problema, lo que debía saber de lo que ahora era.
Fallon M. Beaumont
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